Proporcionar mejores servicios y más adaptados a cada destinatario, de manera sostenible. Quizá el único componente en que no es posible ser demasiado radical sea éste: orientar los servicios a las necesidades y expectativas de la ciudadanía.
La orientación del servicio a la ciudadanía consiste en poner al ciudadano en el centro de los servicios públicos, desde el proceso de diseño a su implementación. Los empleados públicos tenemos un compromiso especial con la ciudadanía porque trabajamos para servir sus intereses y mejorar su calidad de vida. Y la tecnología lo potencia.
El medio digital permite conocer en profundidad a los usuarios, ya sea mediante la observación de sus interacciones o mediante espacios participativos. Asimismo ofrece la oportunidad de servicios ultrapersonalizados y proactivos, tal como vemos en los líderes mundiales del comercio electrónico.
La transformación digital puede contribuir a crear una Administración más próxima, humana, eficaz, pero también más transparente y que genere confianza. Las Administraciones públicas no se dirigen a meros clientes, sino a ciudadanos que son corresponsables. El enfoque de Gobierno Abierto reconoce esto y da un papel protagonista a la ciudadanía mediante la transparencia, la rendición de cuentas y la cocreación participativa de los servicios.
La meta de una Administración que es transparente y que incorpora a la ciudadanía en la gestión de lo público precisa de la implicación de todos
El cambio se manifiesta en los siguientes principios del Gobierno Abierto:
Este viaje presenta una lógica sobre la que se invita a reflexionar y que tiene que ver con la gestión del cambio:
La evolución de la demanda de servicios por parte de la ciudadanía y los canales digitales de atención al ciudadano, hace necesaria la transformación del modelo atención ciudadana. Orientar el servicio a la ciudadanía es adaptarse a la evolución de la atención ciudadana y a sus necesidades en cada momento.